sábado, 20 de octubre de 2007

UNA CARTA DE AMOR


por Mercedes Ode, Paula Mónaco y Jennifer Selles


Querida mía:
Te escribo para contarte que acá en la ciudad las cosas van mejorando poco a poco, y pronto van a poder mudarse conmigo.
No sabés las novedades que tengo! Después de tantas luchas en las que me vi involucrado, y tantas otras en las que prefería no participar, y así fui, vergonzosamente, el carnero de esta masa de obreros que nunca ha parado de luchar, hoy podemos decir que comenzamos a disfrutar de nuestros beneficios. Nos ha unido mucho el sindicato del cual todos somos parte. Y juntos peleamos por nuestros derechos.
Tengo tantas ganas de verlos, a vos y a los chicos. Los extraño mucho! Por suerte el mes que viene me podré tomar mis primeras vacaciones pagas para ir a visitarlos.
Con el aumento de los últimos sueldos pude comprarme una motoneta y así acorté las distancias entre la estación ferroviaria y el lugar donde vivo.
La semana pasada tuve la suerte de presenciar un acto en el cual Evita, después de dar un discurso alentador para todos los obreros portuarios y ferroviarios, entregó regalos a los niños, los cuales envío junto a esta carta para mi amada familia. Espero novedades de ustedes!
Con cariño. José

FERROWHITE

por Eduardo Eleno, Rocío Martínez y Eliana Hernández

El cielo oscuro
-aclarando.
No escucho
otro sonido
que el zumbido,
continuo
zumbido.
Es la usina
enorme
imponente.
Y allá voy
caminando-
de a poco
lento –tal vez-
pero no tanto.
El zumbido sigue
-anuncia que empezó
nuestro trabajo.
Uno más.

Uno podría
construir un puerto.
Otro más.
-Si cada día
de trabajo
fuera un ladrillo.
O un tornillo.
-tuerca, martillo,
clavo, palanca.
Es la usina,
enorme
imponente.
Y ya estoy
adentro,
se siente ese olor
a usina.
Característico.

Bur.
Dur. –bur
Paf. –dur
Tac. –paf
Sonidos -tac
de siempre.
Característicos.
Toda la mañana -paf
-y tarde.
Sonidos -bum
que acompañan -dun
la jornada -paf
Larga jornada.
Y cesan-
cesa también
el zumbido.

Es la usina
enorme –
imponente.
Que calla.
Tras un día más
de trabajo.
Un día más
-ladrillo-
para construir
ese puerto
Que, poco a poco,
va queriendo.

LA CARTA DE UN PADRE FERROVIARIO A SU HIJO

por Juan Manuel Cejas, Juan Marco Nanni y Gonzalo Rodríguez


Querido hijo:
Te escribo para contarte sobre mi primera semana como encargado de limpieza de locomotoras, acá en Ferrowhite.
Me está yendo bien. El laburo es duro, con muchas horas. Pero se aguanta. Tengo que llevarle el pan a tu madre y tu hermanito, así que otra no me queda. Los muchachos de acá son buena gente: tomamos mate a la mañana, tipo ocho, y a la tarde, temprano, cuando nos dan el rato de descanso. Todos tienen sus historias para contar. Por ahora hablamos de la vida, nomás. Nos estamos conociendo un poco.
Al patrón me lo cruzo una o dos veces por día, me mira con cara de malo y sigue. No tiene de qué quejarse: nosotros hacemos nuestro trabajo. Tendrías que ver cómo entran esos bichos a los talleres y lo impecables que salen. La razón por la que estamos, dentro de todo, bien es la ayuda de los sindicatos. Me contaron que hace un tiempo, las condiciones de trabajo eran pésimas. Pero claro, el gobierno, ante nuestros pedidos, no puede hacerse el desentendido: o nos dan las mejoras o se acaban las exportaciones.

Un saludo, que estés bien.
Papá